martes, 28 de enero de 2020

Zapatos incómodos

Hola, sé que hace mucho que no escribo, pero era necesario un tiempo para poder poner un poco en orden mi vida. Esta entrada es bastante personal, y se titula zapatos incómodos. ¿La razón? Simple y llana, todo el mundo sabe lo que es llevar algo que te hace daño durante bastante tiempo. 

Hace año y medio me diagnosticaban un tumor al que con cariño mis conocidos y yo le apodamos "Ismo" (sí, como el de los gremlins). Durante la operación, ese tumor se llevó consigo todo el ovario izquierdo y el derecho a pesar de tener otro de menor tamaño se pudo salvar. Sin embargo, por circunstancias de la vida, no fui informada de todo esto hasta un mes más tarde durante una revisión. Para alguien con veintipocos años que quiere ser madre en un futuro es muy duro. Para más inri, el único ovario había desarrollado un nuevo quiste. Este era mitad sólido, mitad líquido. 

Transcurren cuatro meses que yo definiría como inciertos y dolorosos. Muy en el fondo, tal y como ocurrió antes de la operación, sentía que algo en mi interior no iba bien. Sangrados continuados, dolores, cambios de humor y miedo. Miedo de no saber que ocurría, de pensar que todo había acabado con la operación sin saber que ese era el inicio de una batalla, de una carrera contrarreloj. Ni mi entorno ni yo estábamos preparados para ello. 
Podría decir que yo no era yo misma, y por tanto arrastraba a todo el que estuviera a mi alrededor... Culpa, rabia, dolor, miedo, pánico... 

Hasta que llegaron las navidades, y fue en una de las numerosas visitas a urgencias a lo largo de esos meses, una de las peores por cierto, en la que me pusieron sobre aviso. Ahí había algo que no funcionaba bien. 

Decidimos un cambio de médico, y es quien da con el diagnóstico definitivo: "ha nacido una nueva endowarrior o endoguerrera". 

La primera vez que escuchas la palabra "endometriosis" tu primera reacción es "endo... endio...end...¿qué?". Se la denomina la enfermedad silenciosa o del silencio ya que su diagnóstico es de unos 10 años aproximadamente. Consiste en el crecimiento de tejido endometrial fuera de la cavidad uterina y eso provoca dolor, de ahí que se sea considerada una enfermedad crónica.

Y no, no tiene cura. No se sabe su origen ni sus causas. Sencillamente aparece y cada vez afecta a más mujeres. Sin embargo, no solo es el dolor, sino los cambios de humor, la tolerancia a las hormonas exógenas, y si tienes suerte poder ser madre. Otro de los efectos es que produce infertilidad. Y cuando tus amigas están planteándose donde ir de viaje o qué ponerse para salir esa noche tú estás en casa rezando porque esa noche te dé tregua el dolor. Si eres afortunada y no te duele llegamos a la segunda parte, la elección de la ropa. Esto es la conocida "endobelly" o "hinchazón" que puede impedirte usar ese vestido nuevo y que en condiciones normales te encanta como te queda.

Comienzas a hacer cuentas con el calendario y tu vida personal para que en muchas veces sea imposible coordinarlas. Los altibajos al igual que los dolores se empiezan a introducir en tu día a día, quieras o no. Esto puede generar rechazo o frustración, y comienzan las preguntas... "¿Y por qué a mí? ¿Tan mala he sido? ¿Por qué?"
Hasta que comprendes que no hay un motivo, sencillamente te ha tocado. Aceptar eso es parte del proceso de asimilación de tu nueva realidad. 

Son muchos cambios a nivel físico y psicológico y es esencial el tiempo, darte tiempo para asimilarlo todo, lo cual creo que nunca se llega a conseguir porque el cuerpo siempre nos sorprende con algo nuevo ya sea una respuesta a un dolor o uno nuevo.

Honestamente, pienso que nadie debería de tener que pasar por esto ni por ninguna otra experiencia parecida. Nadie tendría que estar obligado a llevar zapatos incómodos durante tanto tiempo. Porque si lo piensas detenidamente, al principio ese ligero dolor en la parte trasera del pie lo puedes sobrellevar sin mayor problema. Pero... ¿Y cuándo llevas tanto tiempo con el mismo calzado? Lo que estás deseando es llegar a casa y quitártelos. Si tienen suerte igual en unos años no te acuerdas y te los vuelves a poner. En el peor de los casos se quedan en un rincón oscuro del armario. No es justo que estas enfermedades no se puedan quitar al llegar a casa, y tengas que aprender a andar con ellos el resto de tu vida.

Una vez, una gran persona dijo "Las cicatrices son tatuajes que te hace la vida y puedes sonreír cada vez que pasas la mano por uno, porque significa que eso ya pasó". En algún momento, todas las personas que tenemos las cicatrices producidas por esos zapatos sonreiremos y miraremos hacia atrás para decir "lo conseguí, sé andar con estos zapatos".




sábado, 5 de enero de 2019

No estarás sola

Una de la mañana, a la salida de urgencias del hospital. Allí estaba ella, llorando después de todo lo que había pasado ese día y lo que aún sabía que le quedaba. Cogió un taxi que la llevara a casa y una vez dentro dejó que todo saliera. ¿Por qué le tenía que pasar esto a ella? Un pitido la sacó de su drama.

"¿Qué te ha dicho el médico?" Más lágrimas surcaban sus mejillas, las paredes se le echaban encima, sentía que se ahogaba. 

"Ven, por favor". Un solo mensaje, y no hubo dudas. 

Se citaron en el sitio de siempre. Él puntual, ella sin tener muy claro como había sido capaz de llegar. La noche se cernía sobre ellos, siendo iluminados únicamente por la luz de una farola cercana, creando así una atmósfera que invitaba a que los fantasmas que la llevaban atormentando desde hace meses dieran la cara. El banco donde se encontraban como único testigo de esa profunda confesión. 

Él esperó pacientemente, no le importaba la hora ni el frío. Sabía que detrás de aquella fachada algo se había estado ocultando. La conocía lo suficiente para saberlo, aunque a veces eso no bastaba. 

Poco a poco las lágrimas de ella dieron paso a las palabras y lo contó. Relató sus miedos, sus dudas, su soledad en la noche y las continuas idas y venidas al hospital. 

- Nadie debería de pasar por esto... ¿Por qué a mí?  

- Sabes que las cosas pasan por algo.

- Lo sé, pero... 

- Lo importante es que estés sana. Y yo estaré ahí para recordartelo, ¿de acuerdo? - la cortó él. 

Ella lo miró y por primera vez sonrió de verdad. Había costado, pero por fin empezó a notar que quizás, y solo quizás, salieran como salieran las cosas, había alguien que le recordaría que había luz al final del túnel.

sábado, 8 de diciembre de 2018

Magia

Mismo parque, mismas personas, casi dos años mas tarde...


-Llegas tarde- reprocha él levantándose a saludarla. 

-Lo siento, me he entretenido. 

-Ya claro como siempre. 

Dos besos... Atrás quedaron esos abrazos interminables y esas muestras de cariño. Se sientan cada uno en una esquina del mismo banco que fue testigo de una promesa tiempo atrás. 

-¿De qué querías hablarme?- sin rodeos, directo al grano. Como siempre que hay algo que le incomoda. 

-Pues...- se atasca, no sabe por donde empezar. Le diría mil cosas que constantemente la martillean. Llevaba un discurso preparado que no ha parado de repetirse desde que él accedió a quedar con ella; aunque ahora parece una tontería. 

Él la mira expectante. Ella le devuelve la mirada, pero no le ve. No ve a ese chico que hace tiempo estuvo llorando y por el que ella luchó para sacarle esa sonrisa que tanto la alegraba. Y eso la apena... 

-Venga dime.

-Te echo de menos... 

Permanecen en silencio, solo se escucha el canto de los pájaros que comienzan a callarse al percatarse de lo que sucede justo debajo de ellos. 

-Me prometiste que nunca te irías y has estado a punto de irte dos veces. Dos veces joder... Prometimos no mentirnos, dijiste que no te irías a no ser que te lo pidiera y en dos jodidas ocasiones he estado a punto de perderte. ¿No pensaste en mí ni en la promesa en esos momentos? ¿En tu familia quizás? Ya me has demostrado lo que te importo, perdón, ya me lo demostraste esas dos veces. 

Ella agacha la cabeza, sabe que tiene razón y que fue muy egoísta por su parte... Él se levanta del banco y se aleja unos pasos.

-Pensé que estarías mejor sin mí... Siempre dices que en una balanza las cosas buenas que te daba superaban a las malas y que teníamos que quedarnos con eso - su mirada se vuelve fría, odia hablar de ese tema y si lo puede evitar mejor. 

-Pero, a pesar de eso, conseguiste salvarme y aquí estoy; después de ocho meses de lucha y de caerme y levantarme he salido - levantó la vista y clavó sus ojos azules en los de él. Esos que tanto le gustan cuando se levanta por las mañanas, los ojos de una persona muy importante para él y a la que quiere como a una hermana. 

Se sienta de nuevo y suspira. 

-Ya nada es como antes, hemos cambiado demasiado los dos. 

Ella sonríe y le mira.

-Una vez me dijeron que no tenemos una varita mágica para cambiar las cosas en un santiamén y que vuelvan a estar como antes ni siquiera a estar bien. Tú no crees en la magia... Pero yo si creo en que las cosas se pueden arreglar. No quiero un tener que estar pegados las 24 horas del día, no quiero que nos controlemos, no quiero enfados tontos... Somos mucho más que eso. No creo en un infinito, pero sí en la magia que puede haber entre dos personas. Quiero que cuando acabe las clases haya un mensaje tuyo preguntándome como me ha ido el día, que esperes con ilusión mi vuelta a casa, mis visitas, mis abrazos, mis sonrisas... Quiero poder estar todo el día hablando de nuestras tonterías y que me puedas hablar de cualquier tema: desde tallas de sujetadores a vocabulario que no entendemos ni el uno ni el otro. 

Él la mira aún sin entender del todo a donde quiere llegar.

-Me agobié, me tenías controlado y eso fue aumentando día a día hasta llegar un punto en el que no podía destruir los cimientos que levanté sin darme cuenta...

Ella se gira para quedarse cara a cara y le pide que la mire.

-¿Y por qué no me lo dijiste? En ningún momento quise controlarte de ese modo... Tenía miedo de perder a mi mejor amigo, supongo que el mismo miedo que tenías tú hace un año cuando me fui de aquí. Así que... lo siento. Siento no comprenderte tal y como debería a veces.

Él aparta la mirada y sonríe; ella le acaricia la cara y se levanta. Se sorprende de lo frías que tiene las manos y la mira. 

-¿A dónde vas? 

-Me pediste que no me fuera si no me lo pedías. Ahora intento no alejarme pero tú me echas cada vez que intento acercarme y con eso poco a poco me vas quitando la vida que me diste... Te quiero como a un hermano y eres super importante para mí... Quizás aún no es demasiado tarde, así que dime: ¿A dónde voy? 

domingo, 11 de noviembre de 2018

Mi dilema

El viento entraba por la ventanilla trayendo consigo el olor a mar. Cerré los ojos y disfruté de la sensación de la brisa acariciando mi piel.

-Ya estamos llegando- anunció. Noté la fuerza de su mirada clavada en mí- ¿En qué piensas?
-En lo frágiles que somos las personas- contesté mirándole de reojo. Su mirada inquisitiva no me pasó desapercibida.
-¿Aún con recuerdos del pasado?- alzó una ceja, enfatizando de ese modo su pregunta.
-No son solo recuerdos, es parte de mí...
-Sinceramente a veces no termino de entenderte, no quiero que vuelvas a recaer...- apartó su vista de mí para concentrarse en la carretera.

Lo observé durante unos instantes. Había crecido mucho desde la última vez que lo vi, rasgos más definidos, musculatura marcada de horas de gimnasio... todo en él desprendía masculinidad; pero su mirada seguía siendo la de ese muchacho de 16 años que conocí en el instituto. Sonreí ante aquellos recuerdos, había llovido mucho desde entonces. Él percibió mi sonrisa porque desvió la vista de la carretera para centrarse de nuevo en mí.

-Creo que nunca terminaré de recuperarme...
-Pero...
-No puedes intentar arreglar a una persona si no eres tú primero la que está bien. Soy de las que arriesga todo por todo el mundo, sin importarme las consecuencias- hice un gesto y detuve todas las palabras que se agolpaban en su mente y luchaban por salir a flote- eso también te incluye a ti. Sin tí no estaría aquí. Se avecina una época de cambios, lo puedo sentir.

Bajó la mirada y volvió a concentrarse en la carretera. Era consciente de que no le gustaba que sacara el tema, aunque en el fondo sabía que mi intuición no solía fallar.

-Son muchos cambios los que vienen, nos gusten o no. Quizás nunca llegue a estar completa del todo... O puede ser que sí. Lo único que te puedo asegurar a ciencia cierta es que voy a luchar por lo que quiero y por los que quiero. Me tocará ser fuerte por muchos de vosotros en miles de ocasiones y a vosotros serlo por mí en otras tantas... Si te soy sincera no me arrepiento de nada de lo que he pasado porque si miras a tu alrededor verás que no todo es tan malo como parece. Somos dueños de nuestro destino hasta cierto punto y a veces pasan cosas sin explicación; todo es parte de la vida- suspiré y cerré los ojos de nuevo.

Sentí el calor de su mano rodeando la mía y así continuamos viajando, en esto que llaman vida.




Pic by: Aleksander Nakic

domingo, 20 de mayo de 2018

Wipe your tears

Sabía que tenía que ser fuerte y superarlo aunque por ahora fuera imposible y solo se engañase a sí misma. Podía intentar evitarlo, pero sabía que aquello no era lo correcto. Le gustaría seguir conservando su amistad, pero sentía que la había engañado.

Se acercó a la ventana y se sentó en el suelo a contemplar el cielo gris.  La lluvia comenzó a caer suavemente, salpicando la ventana de pequeñas gotas. Los momentos que pasó con Roberto volvieron a atacarla. De repente empezó a llover más fuerte y los recuerdos comenzaron a sucederse más rápido. Las gotas resbalaban por el cristal llevándose todos los posibles buenos momentos que pasaron juntos. Cerró los ojos y dejó caer la cabeza... Notó como dos lágrimas recelosas empezaron a caer despacio, seguidas rápidamente por más. La lluvia hacía eco del llanto que crecía en su pecho. No podía engañarse más a sí misma, todavía le amaba, y eso sería así durante un tiempo. Lo vivido no se puede superar de un día para otro. Pero ¿qué han vivido? Para ella ha sido todo como un sueño muy bonito, en cambio para él simplemente ha sido una más y eso es lo que más le duele.

En ese momento un rayo iluminó la habitación. Marina alzó la cabeza y logró ver la foto que decoraba su escritorio. Se levantó pesadamente y la cogió, acariciando el marco con las puntas de los dedos.

“Ya nada volverá a ser igual. Me ha traicionado”. Otro rayo iluminó la estancia. En un impulso tiró con violencia el marco que se rompió al estrellarse contra el suelo provocando que los trozos se esparcieran por todas partes, como su corazón. Se dejó caer abatida de nuevo al suelo. Esta vez la habían ganado. Se tapó la cara con las manos y comenzó a llorar de nuevo, mientras la lluvia seguía y seguía... A esos rayos además se les habían sumado el ruido del viento y los truenos. Parecía que el tiempo sentía su dolor.

viernes, 29 de diciembre de 2017

La pieza que me faltaba

No hablaré ni de ti ni de mi, hablaré de ambos, de lo que hubo y de lo que ahora me hace sentir que no hubo. No sé como manejarlo, para que mentir. Todos mis esquemas, el ser pero no ser y la cobardía. Porque no llegamos a ser sinceros ninguno de los dos y ahora mismo siento decirte que es muy tarde, demasiado.

Te deseo lo mejor, eso no te lo niego porque no soy rencorosa y por encima de cualquier cosa está la felicidad de la gente a la que quiero. Pero también mi felicidad. Ya tengo la pieza que me faltaba de este intrincado puzzle... Y, honestamente, necesito tiempo... Porque quizás, solo quizás la sinceridad no sea nuestro fuerte y todo haya sido una mentira, o no, o sí. Que sea el tiempo el que decida. Estamos frente a una bifurcación y solo hay dos caminos que elegir. No me la concediste en ese momento, concédemela ahora.

Dame la oportunidad de elegir


jueves, 24 de agosto de 2017

El círculo

Un papel en blanco, un bolígrafo azul y una mirada inquisitiva. Ella suelta el décimo suspiro de la tarde mientras acerca la mano y coge el bolígrafo. La mujer que se encuentra al otro lado de la mesa sonríe infundiéndole ánimos, ella sabe lo difícil que es todo esto para esta joven que ha acudido a su consulta. Es la tercera sesión desde que se evitó lo inevitable, pero aquí está ella de nuevo, intentándolo por sí misma y por todos los que la quieren.

-Vamos, escríbelo todo como hemos hablado. Un círculo en el centro y todo lo que te preocupa en distintas flechas para poder ver todo con perspectiva- repite la profesional.

La joven nota un nudo en la garganta y un escozor en los ojos al recordar todo lo que pudo haber pasado pero no ocurrió. Coge aire y lo suelta poco a poco, destapa el bolígrafo y comienza a trazar un círculo lentamente, finalizando con su nombre en el centro. La mujer que se percata de lo duro que está siendo para ella, le acerca la caja de pañuelos en el mismo instante en el que las dos primeras lágrimas corren por las mejillas de esa chica. Es esa misma chica que tiene toda una vida por delante y que por poco se ve truncada, es como un cubo rebosante de emociones.

-Hay cosas que no entiendo...-suspira levantando por primera vez la vista del papel. Está casi todo el folio lleno de nombres, flechas y gotitas que salpican de forma aleatoria todo lo escrito y emborronan algunas letras.
-Ya lo hemos hablado, no todo depende de uno mismo. Tenemos que esforzarnos en intentar ser la mejor versión de nosotros y actuar de la mejor manera posible; pero hay cosas que no dependen de nosotros y eso no lo podemos cambiar- la mujer la observa durante algunos instantes. La tristeza que reflejan sus ojos no se puede explicar con palabras, son sus propios fantasmas los que le atacan sin cesar y ella aún no ha aprendido a controlarlos.

La alarma del reloj de pared anuncia el final de la cita y ella se seca las lágrimas con un pañuelo y se levanta de la silla.

-Nos vemos la semana que viene- murmura y dándose la vuelta sale se la habitación cerrando la puerta tras ella y  tras todos los fantasmas que la persiguen.

Zapatos incómodos

Hola, sé que hace mucho que no escribo, pero era necesario un tiempo para poder poner un poco en orden mi vida. Esta entrada es bastante p...